Muy
pocos pensaban que algo tan minúsculo y en la frontera de la vida, pudiera
alterar tanto nuestra existencia.
Y
sin embargo, ha ocurrido muchas veces a lo largo de la historia de la humanidad.
Olvidamos
muy pronto.
En gran
parte del planeta vivíamos en una nuestra burbuja cotidiana de rutinas, que
pensábamos eran inalterables. Sin embargo, hemos descubierto que la
incertidumbre aún existe. Para los habitantes del llamado tercer mundo no ha
sido algo nuevo. Allí la incertidumbre siempre es parte de la vida cotidiana.
Hemos
perdido la memoria.
La llegada
de la tantas veces anunciada pandemia por los siempre olvidados científicos nos
ha permitido ver de forma clara que con nuestros actos podemos provocar también
cambios rápidos y positivos en la naturaleza.
Nos
hemos visto reafirmados en la necesidad de contar con una sanidad púbica bien dotada de recursos y personal para poder
afrontar cualquier catástrofe.
Esta
epidemia seguramente tendrá consecuencias positivas como el reconocimiento de
la importancia de las pequeñas cosas en nuestra vida cotidiana, el aumento de
la conciencia ecológica de la población o un modelo económico más basado en
energías limpias y renovables. Sin embargo, debemos luchar para que sean muchas
más. Es urgente que haya una mejora en la gestión y condiciones de vida de las
residencias de ancianos.
Son
necesarios también un nuevo urbanismo y un cambio en el tipo de viviendas que
se construye actualmente, pues muchas han demostrado ser poco más que celdas en
este confinamiento, sin espacios para un mínimo esparcimiento.
La
carencia de material sanitario imprescindible ha puesto de relieve que tenemos
que hacer un análisis de los sectores productivos estratégicos de nuestro país
para poder garantizarnos los bienes imprescindibles para hacer frente a
cualquier pandemia, sin tener que sufrir la especulación de intermediarios,
empresas o gobiernos.
Por
otra parte, no se puede dilatar más el aumento de la inversión en ciencia, tan
necesario en España desde hace siglos. Es imprescindible recuperar a nuestros
científicos repartidos por el mundo.
Este
aumento de inversión debe ir acompañado por una mayor cooperación internacional
a nivel científico. En cuestiones epidemiológicas debe primar la transparencia
en las relaciones entre países, pues el virus ha demostrado no reconocer
ninguna frontera. Las naciones deben intercambiar entre ellas información
fiable y contrastada y perseguir conjuntamente las manipulaciones de la
información científica y sanitaria.
Ha
sido necesario que algo tan minúsculo y en la frontera de la vida perturbe
completamente nuestra plácida existencia para que los defensores de la hipótesis
de Gaia veamos confirmada nuestra creencia.
3 comentarios:
Totalmente de acuerdo
Veremos a ver cuántos más hacen esta sensata reflexión. 🙄
Totalmente de acuerdo
Veremos a ver cuántos más hacen esta sensata reflexión. 🙄
Mejor no lo pudiste expresar. El problema, y aquí entra mi lado pesimista, es que somos corto de memoria. Creemos entrar en la normalidad y no pensamos lo que ocurrió hace una semana cuando no podíamos salir.
El Mundo nos ha enviado un mensaje claro. Tan claro que los pocos que lo escucharon están alarmados porque la naturaleza humana, que es frágil, es dominada por los tecnocratas abusadores del poder.
Ojala Gaia tuviera ese poder de filtrar y seleccionar aquellos abusadores y se los llevara a las fauces de la bestia para que sean devoradas y luego regurgitadas; cuan Saturno de Goya.
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